Esteroides anabólicos
- JQ coach integral fitness
- 8 jun 2016
- 4 Min. de lectura
Muchas personas me consultan por el camino fácil para alcanzar en corto tiempo irónicamente lo que ellos piensan es una musculatura trabajada (?), no por esfuerzo y disciplina, sino por químicos ilegales. A pesar de que mi web dice claramente que mi visión es promover y contribuir a una mejor calidad de vida de manera natural y responsable. Aquí les dejo un artículo que ojala les haga comprender lo que hacen con sus cuerpos, su mente y su futuro.
ESTEROIDES Y PERCEPCIÓN DEL RIESGO
Revelar epidemiológicamente a gran escala el consumo de esteroides anabolizantes en nuestra población marcará el punto de partida para un abordaje integral de un fenómeno muchas veces silenciado. La posibilidad de hablar sobre esta problemática implica reflejar las engañosas construcciones sociales que nos ubican en andariveles estéticos, compitiendo en una carrera por ser más lindos, más fuertes y más musculosos. Introducción Un inicio anecdótico permitirá contextualizar el problema dándole la dimensión humana que el mismo amerita. El día 9 de Febrero del 2004 un diario de Buenos Aires, a través de su corresponsal en Roma, daba cuenta de una tragedia. En un local nocturno de Ancona, en la región central de Italia, el encargado de la seguridad del local, un joven argentino de 22 años, había matado “a golpes” a uno de los concurrentes al local. No hubo forma de salvar a la víctima pues un fuerte “puñetazo” le había roto el cuello (Clarín, 2004). El periodista agregaba que el agresor era un adepto al fisicoculturismo –aclaraba la jerga con que acá se los conoce-, decía que tenía doble nacionalidad y que al momento de ocurrir el accidente se hallaba esperando –junto a su familia- la convocatoria para enrolarse en el servicio militar, allí en Italia. Después del hecho, en cambio, estaba “preso y desesperado” (Clarín, 2004). Si bien estar privado de la libertad debe ser una experiencia límite, capaz de “desesperar” a cualquiera que esté en sus cabales, este sentimiento aumenta exponencialmente cuando alguien no se ha podido representar las posibles consecuencias de su accionar. Es decir, la tragedia que, en algún momento, su contextura y su fuerza -vehiculizadas por una furia sin igual- podían llegar a desatar. Según la nota periodística, la policía se aprestaba a investigar si el agresor había bebido alcohol o ingerido algún “estupefaciente”, previo a la breve riña que terminó en homicidio. Seguramente, al decir “estupefaciente” se aludía a la cocaína, a sabiendas que esta droga actúa como potente estimulante, produciendo –al intoxicar- sensación de euforia, de incremento del vigor y de aumento de la sensibilidad interpersonal por la hipervigilancia que dispara (DSM-IV). Precisamente, porque produce una falsa sensación de valentía, encubriendo de este modo el miedo que se siente, es que la cocaína suele estar presente en muchos actos delictivos como recurso farmacológico al cual se apela como ritual. Así, el intento de circunscribir la posible causa de la agresión homicida a la eventual ingesta de alcohol y/o de algún “estupefaciente” la misma noche de la tragedia, remite al subregistro existente sobre los esteroides anabolizantes como químicos también riesgosos de uso frecuente, banalizados en forma habitual. Es decir, pudo no haber existido ingesta de alcohol o de ninguna otra droga puntual la noche de la agresión bastando, en cambio, con el efecto acumulado de los esteroides anabolizantes que la persona habría consumido, abusiva y regularmente, desde bastante tiempo atrás. Tragedia –por doble vía- la de Ancona, que no resulta ajena pues a menudo se reportan casos semejantes en Argentina con jóvenes como víctimas, casi en exclusividad. La sustancia y sus implicancias Los esteroides anabólicos androgénicos son la versión sintética de la hormona masculina testosterona. Anabólicos por construir masa muscular, esteroides por su raíz hormonal y androgénicos pues promueven la masculinización. A su vez, forman parte de las drogas ergogénicas, o sea, drogas de performance. Promocionados mediáticamente han saltado la valla del deporte de competición y la del propio físico culturismo –donde son omnipresentes- para instalarse entre el ciudadano común que, paradójicamente, busca el ejercicio saludable para vivir mejor. Se sabe que un hombre sano “produce entre 2 y 10 miligramos de testosterona al día, a diferencia de la mujer que también la produce pero en cantidades residuales. Mientras una dosis normal indicada con fines terapéuticos varía entre 1 y 5 miligramos y ya por encima de 7 miligramos se considera sobredosis, es habitual sin embargo que algunos consumidores se apliquen megadosis de 100 y hasta 500 o 1.000 miligramos implicando, a veces, intoxicaciones que pueden llegar a ser mortales”. (Tirrena). Son utilizados para lograr un rápido incremento de la masa muscular así como mayor fortaleza y resistencia al entrenamiento intensivo. Se proveen en algunos gimnasios o en veterinarias pues, legalmente, su venta requiere prescripción médica. Por las megadosis y por la automedicación se sugiere hablar de abuso de esteroides en general. (NIDA). Los consumidores desconocen muchos de los trastornos irreversibles que los esteroides anabolizantes pueden llegar a ocasionar. Pues, a sus efectos adversos a nivel cardíaco, músculo-esquelético, sexual, genital, capilar, hepático, renal, se suman los bruscos cambios de humor, los sentimientos de invencibilidad y los celos paranoides con episodios de violencia extrema, conocidos en inglés como “roid rage” (de ‘steroid rage’) que suelen derivar en homicidio por el descontrol impulsivo del sujeto consumidor.
La investigación es continua respecto al tema, considerando el auge de los centros de fitness y culto por la estética, la proliferación de este tipo de substancias (quema grasas entre otras), las exigencias deportivas de alto rendimiento entre otras, hay normas y regulaciones en cada país a la vez que hay substancias prohibidas a nivel mundial.
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